Parece que fue ayer cuando tarareábamos el "All I Wanna Do", pero ya ha pasado más de una década desde entonces. En el 2008, esta joven norteamericana nos presenta su octavo álbum, que ha tardado tres años en grabar. Un tiempo algo complicado para Sheryl Crow, en el que ha tenido que vencer un cáncer de pecho y superar la ruptura con Lance Armstrong.
Y qué mejor que refugiarse en su estudio de Nashville para regalarnos un álbum con contenido y continente. Un trabajo con claro sonido americano en las 14 canciones que lo componen, aunque peca a veces de unos arreglos, a mi parecer, demasiado poperos para su estilo.
Como curiosidad, llama la atención la participación de su hijo Wyatt, en el tema 'Lullaby for Wyatt'. Una canción que además formará parte de la banda sonora del film 'Grace is gone'.
En fin, que a los amantes de Sheryl no les defraudará. Y a mí, tampoco; sobre todo si escuchamos canciones como "Beautiful Dream", empapada de optimismo.
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